En un momento en que parece que políticamente podríamos estar a punto de cambiarlo todo, el sistema educativo vive día a día su agotamiento, entre el mérito de la resistencia diaria y el desaliento de la impotencia. Ha vuelto la política, se dice, entre el temor y la ilusión. Pero estamos dejando de hablar del verdadero centro de la vida política: la educación.
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