Josep Maria Martí Font
“Muti” Merkel, una mujer del Este
Sobre su mesa, Angela Merkel tiene un retrato de Catalina la Grande de Rusia, hija del príncipe de Anhalt-Zerbst, un general prusiano. Fue Federico el Grande quien maniobró para casar a aquella princesa menor con el futuro zar Pedro III. Quería fortalecer la amistad entre Prusia y Rusia y debilitar la influencia austríaca en la corte de San Petersburgo. La zarina entendió rápidamente cómo funcionaba. Tanto que derrocó a su propio marido, asesinado después por los conspiradores. Abjuró de la fe protestante y se convirtió a la ortodoxa. Bajo su reinado, Rusia se anexionó Crimea, Ucrania, Bielorrusia, Lituania y participó en la partición de Polonia. Algunos medios alemanes ya llaman «grande» a Merkel. Aparentemente aquí se acaban las coincidencias. Entre otras cosas, la sobria cotidianeidad de la canciller alemana dista mucho de parecerse a la exuberante vida sexual con que la zarina ha pasado a la historia. Pero, como ella, Merkel es una alemana del Este.
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