Hasta hace apenas unas semanas, parecía imposible encontrar un argumento en favor de la solidaridad europea y de una mejor gobernanza global tan imbatible y elocuente como la pandemia de la covid-19. Por si no bastara con un virus mortal tan indiferente a las fronteras nacionales como un incendio forestal, o con el triunfo de la cooperación científica internacional al producir varias vacunas eficaces en un tiempo récord, ahora tenemos otro argumento imparable: Ucrania.