Salvar el futuro
Editorial de Josep Ramoneda
La civilizada especie humana ha tensado las condiciones ambientales del planeta, y sólo desde la ignorancia voluntaria –es decir, culpable– se puede negar que nuestra propia existencia esté amenazada de extinción. Los signos de advertencia llegan todos los días, pero la movilización de la especie en defensa propia es muy lenta. El ser humano es contingente (nace, crece y muere en un tiempo ridículo) y le cuesta sentirse comprometido por amenazas que se sitúan en un futuro que se resiste a conocer como próximo. Los intereses acumulados son inmensos y adecuar las formas de vida a la propia supervivencia es una tarea revolucionaria, en la medida en que cuestiona demasiados hábitos y posiciones adquiridas.
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